Darío Restrepo

Claro que hay sueños que se cumplen. Yo siempre quise vivir cerca de la ciudad, pero en un ambiente bucólico, respirando aire puro, en contacto con la naturaleza, meditando en silencio, ojalá en medio de un bosque, reconociendo animales silvestres, explorando una montaña, abrazando árboles. No se veía fácil, más bien parecía una fantasía… pero lo logré. Kubik Verde, a las afueras de Sopó, en Cundinamarca, me lo permitió. Aquí construí mi casa, al gusto mío y de mi esposa, sencilla y cálida, al pie del cerro y del follaje. Y hoy, cuando miro el entorno y saboreo el genuino verdor que me rodea, lamento mucho más el tormento en el que vive nuestro planeta, y siento que lo que tengo no solo es un sueño realizado, sino un milagro de la vida.

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